jueves, 13 de enero de 2011

Burocracia

- ¿A dónde va?
Me quedé bastante sorprendida con la pregunta.
- Voy al otro lado- dije señalando el puente que estaba detrás de aquel hombre.
- ¿Lleva el permiso?-me preguntó
- ¿El permiso? ¿Qué permiso?- dije
- El permiso que necesita para poder cruzar este puente
- ¿Desde cuándo se necesita permiso? Cruzo por aquí todos los días y nadie me ha pedido nunca ningún permiso  - le expliqué
- Pues ahora necesita permiso- me contestó
- No, no tengo el permiso- respondí de mala leche
- Entonces me temo que no puedo dejarle pasar
- ¿Cómo que no me deja pasar? Además ¿quién es usted?
- Soy el que pide los permisos para cruzar el puente
- No entiendo nada- dije
- Se lo vuelvo a explicar...
- No me explique nada- interrumpí - ¿De dónde saco el permiso?
- Tiene que solicitarlo- contestó
- ¿A quién?- pregunté
- A mi
- ¿Cómo que a usted?
- Sí a mi- dijo seriamente
- Bueno, pues deme un permiso
- No, tiene que rellenar el formulario
- ¿Cómo? ¿El formulario? ¿Qué formulario?
- El que necesita para que le concedan el permiso
- Seguimos hablando de cruzar el puente, ¿no?
No me lo podía creer
- Oiga- dije- quiero, no. Necesito ir al otro lado, entiende, cruzo todos los días cincuenta veces y no entiendo por qué ahora, de repente, necesito un permiso
- Son las nuevas normas señorita- dijo- en cuanto tenga usted el permiso podrá cruzar las veces que quiera
- Pues deme un formulario- dije ya cansada
- Todavía no me los han enviado. Tendrá que ir usted a la oficina de obras públicas del ayuntamiento
- No me lo puedo creer- le dije- Y ¿cómo pretende usted que llegue al ayuntamiento? ¿nadando?
- Eso ya es cosa suya señorita
- ¿Cosa mía? Es usted el que no me deja pasar
- Porque no tiene el permiso...
- Y dale...- dije- ¿Qué tengo que hacer? ¿Esperar a que le lleguen los formularios?
- Eso parece....
- Y ¿piensa usted que esto es normal?- le pregunté
- Oiga, yo sólo hago mi trabajo- respondió
- Claro, claro... Entonces, así resumiendo, me dice usted que tengo que esperar a que le manden el formulario, rellenarlo, dárselo...
- No, no... a mi no me lo tiene que dar, lo tiene que enviar a un apartado de correos que le indicarán en la oficina- me informó
Mi cara lo decía todo
- Y entonces qué pasa- pregunté
- ¿Cómo?
- Sí, que qué pasa luego... lo relleno, lo envío donde sea...y?
- Entonces la persona encargada estudiará la solicitud y, en caso de ser aceptada me enviará una orden de emisión y yo podré entregarle su permiso- explicó
- Y ¿no cree que esto es totalmente absurdo?
- ¿Insinúa usted que el sistema no funciona? Con esa manera de pensar no creo que acepten su solicitud...
- ¿Sabe usted?- dije- voy a comprarme una colchoneta, o mejor voy a hacerme una barca y ¿sabe lo que puede hacer con su permiso?
Me miró desafiante y sonrió
- ¿Qué le hace tanta gracia?- pregunté muy cabreada
- Necesita usted un permiso para poder utilizar embarcaciones en el río
- ¡A la mierda!- grité- o también necesito un permiso para mandarle a la mierda
- No que yo sepa- contestó perplejo
- ¡Pues eso!- dije y me di media vuelta
- Entonces ¿no le guardo un formulario?- me gritó ya desde lejos
- ¡¡Noooo!!

 A la mañana siguiente salí de mi casa e hice el mismo recorrido de siempre. Cuando llegué al puente vi que estaba mi archienemigo con una sonrisa de tipo medio.
Me puse delante de él, le miré a los ojos y me dirigí hacia la orilla. Me quité los zapatos, calcetines, pantalón y camiseta. Metí todo en una bolsa de plástico que sujeté en mi cabeza, le enseñé el culo y me metí en el río dispuesta a cruzarlo. Por suerte no era un río demasiado ancho.


Texto: Vanesa Pomar
Arte: Miguel Sp
Contacto: vainilla_p@yahoo.es